Ay tortícolis

Nos sabemos a ciencia cierta como pasó, creemos que fue la puerta abierta durante su siesta la culpable de esta situación. Todo empezó temprano en la mañana cuando se desperttó con su particular "Oli" y al levantarlo de su cama e intentar mover la cabeza se quejó de dolor. Papá y yo no estabamos seguros que pasaba aún, pensabamos que se había lastimado el brazo el día anterior , pues había jugado en el parque a más no poder. Después creímos que era hambre, pero no estaba tan segura de esa hipótesis, ya que lo había alimentado un instante antes; sin embargo le dimos desayuno para decartar eso; sin embargo, sus quejas continuaron.

Después de revisarlo, por fin, llegamos con el problema: Tortícolis, ese contracción del músculo que no permite girar el cuello y que causa un dolor terrible a aquellos que la padecen. Ahora mi bebé era una víctima más de este mal que no lo dejaba tranquilo. Nos alistamos y nos fuimos a la clínica por emergencia. La doctora que lo revisó dijo que era un caso un tanto severo y le recetó una crema y un jarabe. nos recomendó que lo sentaramos y tratemos de hacerle girar el cuello para el lado q se le dificutaba. Cuando me refiero a hacerle girar el cuello, me refiero a que él mismo lo haga y no hacerlo por la fuerza, pues sería doloroso para el bebé y no contribuiría a su recuperación.

Lo que hice fue sentarlo en su silla de comer y prenderle la tele. De ese modo lo "obligaría" a girar el cuello hacía el lado opuesto. Jugué con él, siempre tratado de que gire el cuellito, lo bañé para que el músculo se relaje. Debo admitir que mi bebé ha sido muy valiente y así también lo reconoció la doctora, pues al cabo de 24 horas ya era él otra vez y me sentí más aliviada de que pueda realizar sus sctividades con normalidad.

A veces nos pasan este tipo de cosas y lo mejor que podemos hacer es consultar con el pediatra, pues él nos guiará hacía el camino adecuado para la rápida y sobretodo efectiva recuperación de nuestro pequeño, que es al fin y al cabo, la personita más importante en nuestras vidas.